sábado, 22 de febrero de 2014

ETAPA 48: SANTIAGO DE COMPOSTELA - NEGREIRA . 21KM. (Camino a Fisterra)





DIFICULTAD: MODERADA.
TIEMPO: 6 HORAS.


...y luego pensé, ya que he llegado hasta aquí, también podría cruzar el gran estado de Alabama.
                                                                                                                        Forrest Gump.

                                           Santiago no es el final del camino, es el principio. 
                                                                                                                       Paulo Coelho.

14 de Octubre de 2013, Lunes.

Una vez superado el reto de llegar a Santiago, mis ansias de camino me animaron a continuar un poco mas, de seguir avanzando, de descubrir mas paisajes, mas lugares, mas gente.
Hacía tiempo que tenía en mente hacer la "gracia completa" y para ello me había propuesto llegar a Finisterre, Fisterra, Finis Terrae o como se le quiera llamar..., al Cabo de el final de la tierra, gozar el mar, el Atlántico, justo en el vértice opuesto de donde comencé esta aventura junto a mi otro mar, el Mediterraneo.
Caminar aproximadamente unos 100 kilómetros mas dosificados en tres jornadas para asomarme con vértigo a los acantilados del faro de Finisterre y contemplar el incesante batir de las olas sobre ellos.
Pero como dijo Jack " El Destripador"... -Vayamos por partes.

El camino hacia Fisterra, parte desde la misma Praza do Obradoiro, junto al hostal Reyes Católicos, caminamos calle abajo por la Cuesta del Cristo (Costa do Cristo). Esta vez, las flechas amarillas pintadas en el suelo indican la dirección para alejarse de la Catedral y dejar atrás Santiago definitivamente.




 Dichas señales nos van guiando por diversas calles y a través de un parque poblado de frondosos robles para terminar cruzando un puente que salva el río Sarela.




Últimas casas de la ciudad y comienza una estrecha vereda, es un corto trayecto para alcanzar la urbanización de Sarela y que superada esta, continúa la misma vereda en un recorrido de piedra suelta a través de un bosquecillo de eucaliptos y suelo húmedo cubierto de helechos.

En una de las primeras curvas a la derecha en este sendero, volví la vista para ver por ultima vez las torres emergentes de la Catedral sobre la ciudad de Santiago despertando bajo un cielo encapotado.



Esta pista forestal acaba tras 1,3 kilómetros donde enlaza con una carretera local para continuar por ella a la altura de la población de Moas de Abaixo.
Acto seguido, a 1 kilómetro escaso está el núcleo de Carballal. Comienza aquí otro tramo forestal en ascenso de unos 3 km. hasta el valle de Quintáns y después 2 km. de pista asfaltada hasta el Alto do Vento, donde se encuentra la localidad de Ventosa, perteneciente al Concello de Ames, dejando atrás el Concello de Santiago.



Encontrándome mas o menos a medio camino en esta jornada, iba bien de tiempo por lo que decidí tomar un buen bocadillo en un bar instalado estrategicamente al paso de los peregrinos.





A partir de este punto, sobreviene una larguisima recta de casi 3 km. por la acera que bordea la carretera AC-453 hasta la aldea de Augapesada, de donde surge un desvío a la izquierda que pasa junto a un puente medieval que no se cruza.










De inmediato, comienza un precioso sendero forestal bordeado de robles y eucaliptos, abundante vegetación y un persistente musgo cubriendo terreras y troncos de la arboleda. El contraste lo ofrecía a poca distancia un área de eucaliptos pasto de un incendio.















El ascenso es brutal, mas de 200 metros de desnivel en tan solo 2,2 km., tanto fue así que tuve que relentizar mi paso acompasandolo con mi respiración para evitar el agotamiento. Aún así, delante de mi vi a un peregrino ciclista al que dí alcance, pues avanzaba con mucha dificultad empujando la bicicleta por un firme muy irregular. Le ayudé a empujar la bici, gesto que agradeció. Era australiano y después de haber realizado su peregrinaje por el camino francés, se dirigía a Muxia.

De esta forma, hicimos cima en el llamado alto do Mar de Ovellas, donde el descenso es ahora por asfalto y pronto se llega a la población de Carballo, a la que les siguen Trasmonte, Reino y Burgueiros, distantes entre ellas en 1 kilómetro escaso.




Y por último, circulando por la misma carretera y muy cercana, llegué a la bonita localidad de Ponte Maceira, situada sobre las dos orillas del río Tambre. Este río delimita los concellos de Ames y de Negreira. El camino atraviesa Ponte Vella, precioso puente medieval de cinco ojos que une las dos orillas de un pueblo que se encontraba muy concurrido entre turistas y peregrinos que hacían un alto para relajarse y disfrutar del paisaje.




















Yo no fui menos pero acorté el tiempo de relax, pues el siguiente tramo aunque corto, invitaba a seguir disfrutando marchando a través de una espesa y húmeda arboleda siguiendo por su orilla el curso del río.


El idílico sendero cubierto de hojarasca desemboca en la transitada AC-450 a la entrada de Barca que pronto queda atrás. Se camina con cuidado por el arcén y se abandona la carretera por un desvío hacia la izquierda, es una pista asfaltada en subida hasta la puerta de entrada de el Pazo de Alvariña  donde en un muro cubierto de hiedra que lo bordea descansé antes de hacer entrada en Chancela.

1 kilómetro escaso separa esta localidad de Negreira, de hecho las primeras casas de Negreira son una continuación de las últimas de Chancela.

Negreira es un núcleo urbano bastante grande, con su avenida principal y calles adyacentes llenas de todo tipo de comercios. A la entrada había una oficina de información turística donde entré para preguntar por el albergue, allí coincidí con un peregrino francés de unos cincuenta y largos años,  juntos atravesamos casi todo el pueblo por su larga avenida, afortunadamente, este trayecto coincide con el de el camino y pasa también junto al Pazo de Cotón pasando incluso bajo un puente almenado  de piedra gris que forma parte de sus muros.


Mi nuevo amigo "el Gabacho" era poco parlanchín, dandome a conocer con gran esfuerzo que no hablaba casi nada español. Después ya instalados en el albergue, quise " chulearme" con él contándole mi peregrinación desde Almería, señalando sobre un mapa de España el otro extremo el diagonal de la península. Pero me quedé con dos palmos de narices cuando me contó su aventura andando desde Suiza.
 Después de comer, pasé el resto de la tarde haciendo "colada" y reponiendo fuerzas para afrontar la etapa del día siguiente, sin saber aún que iba a ser una de las peores y nefastas de este mi camino a Santiago - Fisterra.