Yo no pienso pues armar ningún lío con que no va a Roma el camino mio. -Georges Brassens-
Muy poco que resaltar en la crónica de esta corta etapa, utilizando el argot ciclista se le podía denominar como etapa de transición, que me llevaría hasta la localidad de Baños de Montemayor, último pueblo de Extremadura a muy pocos kilómetros de Castilla y León.
El camino transcurre en su mayoría por carretera salvo en sus últimos metros. Se sale de Aldeanueva transitando a través de sus calles para incorporarse a la omnipresente N-603, se llega a una rotonda en la salida del pueblo para pasar por encima de la autovía A-66 y continuar en una ligera subida por un paso entre montañas.
La temperatura era de un "fresquito" considerable, normal para las primeras horas de la mañana, para aquellas latitudes y ya bien avanzado el mes de noviembre.
Al cabo de unos 5 km. aproximadamente, las flechas amarillas indicaban un primer desvío hacia la derecha, que desestimé porque se continuaba por una angosta vereda muy mojada debido a la escarcha caída, así pues seguí por asfalto.
Después hay un segundo desvío también a la derecha que esta vez si que opté por el. Pasé junto a una nave industrial poco antes de cruzarme con algunos paseantes, indicándome así la proximidad de la localidad de Baños.
El trayecto en estos últimos metros fue muy agradable, un sendero de tierra húmeda cubierto por una espesa arboleda y franqueado por un muro de piedra cubierto de musgo. Encontré aquí un reconfortante poyete donde tuve unos minutos de relax.
La primera edificación a la que se llega por este camino, es un polideportivo que lleva el nombre del jugador de baloncesto José Manuel Calderón.
Y a partir de aquí, me voy internando cada vez mas en el pueblo.
Por sus empinadas e intrincadas calles me dirijo directo al albergue situado en la planta superior del Centro de Interpretación de la Vía de la Plata, edificio perteneciente a la Junta de Extremadura. Me atendió una muchacha que atendía al Centro pero sin ser la hospitalera. Este albergue lo disfruté también en solitario al igual que el anterior de Aldeanueva pero con la diferencia de las muchas comodidades que ofrece.
Albergue.
Centro de interpretación Vía de la Plata
Después de comer y descansar un rato, salí a dar una vuelta, decidí recorrer los escasos tres kilómetros de antigua calzada romana para alcanzar el limite divisorio entre las Comunidades de Extremadura y Castilla-León, quería tomar algunas imagenes con luz diurna, puesto que mi paso por aquí al día siguiente lo realizaría muy temprano, antes de amaneciese.
Vista de Baños de Montemayor con el embalse de Baños al fondo.
Mi patria en mis zapatos mis manos son mi ejercito.
-El ultimo de la fila-
19 de noviembre de 2012.
Hice caso de las indicaciones de Mónica, la hospitalera de Oliva. Para llegar a Cáparra, comencé mi andadura por un itinerario alternativo de unos 6 km. que no esta señalizado como Camino de Santiago pero que converge con este . Para haceros una idea, este carril sería como uno de los lados en un triángulo equilatero cuyos vértices lo compondrian Ventaquemada, Oliva de Plasencia y Cáparra.
Es fácil, a la salida del pueblo hay un cartel turístico en dirección a la ciudad romana, se sigue esta durante unos pocos metros para tomar otro carril hacia la izquierda sin asfaltar en dirección a la finca "Los Baldíos".
¡¡¡ ZUERTE, MAESTRO !!!
A esta finca se llega al cabo de unos 3 ó 4 kilómetros, se trata de una ganadería de reses bravas donde el camino atraviesa por medio protegido por fuertes barreras metálicas desde donde se pueden ver toros al otro lado.
A mi me ocurrió que me encontré con algunos de estos toros de lidia en el mismo camino y que me obstaculizaban el paso, ¡hombre! podía haber pasado entre ellos, pero sinceramente, " se les veía muy tranquilos y no quería molestarlos", el caso es que me impedían avanzar y estuve así un buen rato hasta que decidí "coger el toro por los cuernos" (nunca mejor dicho). Con mas miedo que vergüenza y desde una distancia bastante prudencial, hice varios aspavientos con los brazos, les jaleé y dí unos golpes con el bastón en la barrera a la vez que me preparaba caso de salir corriendo en dirección contraria. Por suerte los toros se pusieron en marcha y cruzaron la puerta que comunicaba un lado de la finca con el otro, dejandome libre el paso para continuar mi camino.
Después de esta "apoteósica" faena, me acordé de Mónica la hospitalera. Mujer, ¡¡ estas cosas se avisan !!
Una vez salvado el "delicado obstáculo", avancé unos 2 kilómetros mas, donde el carril que llevaba se unía con el camino histórico de Santiago y señalizado como tal. Desde este enclave ya se vislumbra unos metros mas adelante el arco de Cáparra.
Al llegar hasta el me vino a la mente una escena de la película " 2001 Odisea del espacio" en la que unos simios se muestran cautos y sorprendidos ante un monolito rectangular surgido de pronto.
El Arco de Cáparra aparece altivo aparentemente en mitad de la nada, el viajero al pasar bajo sus 4 arcos, siente una ligera sensación de triunfo, a ambos lados de este se encuentran los yacimientos de la antigua ciudad romana de Cáparra (Municipium Flavium Caparense), vedados al público por vallas metálicas. Hice un descanso que aproveché para hacer un reportaje fotográfico del que aquí dejo unas muestras.
Satisfecha mi curiosidad, retomé mi andadura, enseguida llego a la carretera local que atravieso enseguida para continuar por un sendero de tierra a través de la ultima dehesa extremeña antes de abandonar esta Comunidad.
Me sirvió como referencia un muro de piedras paralelo al camino. Durante este recorrido, llamó mi atención el incesante graznido de numerosas especies de aves que pululaban por los humedales cercanos, sobre mi cabeza cruzaban incesantes bandadas de grullas (las mas ruidosas) y cigüeñas negras.
Al cabo me encontré con un arroyo que alimenta el caudal de río Cáparra, para cruzarlo tuve que descalzarme y arremangarme, pues no había otra forma de hacerlo. Una vez salvado este obstáculo, se continúa unos 500 metros mas por el mismo sendero, por aquel mes de noviembre se encontraba bastante embarrado, por lo que prefería ir pisando sobre la hierba corta aún a riesgo de sufrir algún resbalón, como así fue.
Alcanzo una carretera local por la que se transita a través de una mancomunidad de municipios que forman parte del valle de Ambroz, rodeado este por el valle de Jerte, las Hurdes, Plasencia y la sierra de Bejar al norte, hacia donde me dirijo.
La caminata por esta carretera es larga y recta, para enlazar después con la comarcal CC-15.2.Desde este cruce, distingo a mi derecha sobre la ladera de la sierra, las localidades de Casas de Monte y Segura del Toro.
Sigo avanzando y uniéndome cada vez mas a la autovía A-66 para finalmente pasar bajo ella y contactar con la N-630,carretera que ya no abandonaría hasta llegar a mi destino.
Una inscripción escrita en francés en uno de los pilares del puente de la autovía, aconsejaba al viajero a continuar por el asfalto de la N-630 hasta Aldeanueva, en vez de seguir por el camino, pues este describe una amplia curva incrementando el recorrido en 1km.
Seguí el consejo del "gabacho grafitero" y al cabo de 3,5 kilómetros, llegué a Aldeanueva del Camino tras 8 horas de caminata.
En síntesis:
"Ojos que no ven, chinches que no se sienten"
No aconsejo la estancia en este albergue. Nada mas llegar a el, vi la cerradura en la puerta de entrada arrancada de cuajo como por una patada, estaba abierta lógicamente. Había unas escaleras estrechas que ascendían a la planta de arriba y nadie atendía en aquel local, volví a bajar y pregunté a una vecina por el hospitalero, esta me dijo que aquí no había nadie responsable y que me alojase, así sin mas. ¡Bueno! eso hice.
Contaba con muy pocos servicios, un par de habitaciones con colchones pero sin ropa de cama, agua caliente y frigorífico.
Después de darme una ducha me percaté... tarde, que tampoco había papel higiénico, solventé como pude aquella escatológica situación y salí a dar una vuelta por el pueblo para realizar unas compras, comida, bebida y papel que allí dejé para uso de futuros viajeros.
El pueblo tiene su atractivo, calles empedradas y estrechas, varias placetas para el ocio infantil, iglesias y puentes de piedra, etc. Deambule por el hasta que comenzó a oscurecer.
De vuelta al albergue, hacia frío pues no tenía calefacción. Mientras cenaba tenia una sensación de miedo pensando que era el único inquilino y que la puerta de entrada estaba abierta de par en par, me atrincheré en la cocina trancando la puerta con un sillón.
Esa noche dormí mal, aún metido en el saco, sentía frío y cualquier pequeño ruido me sobresaltaba. Pero pudo ser peor, ya que al ser en el mes de noviembre, no tuve problemas con molestos insectos (pulgas, chinches ó piojos) que en los meses de calor si hacen su aparición el este albergue semi-abandonado, como así me advirtió Vicente, el hospitalero del albergue de Baños de Montemayor en donde llegué en la etapa siguiente.
"No es bueno que el hombre esté solo" Génesis 2:18
18/11/1012
Al comienzo de esta etapa, comencé a prepararme con la ilusión de tener la compañía de mis amigos de albergue, pues no fue así, Jon que aún seguía acostado en su litera me comentó que ese día, se lo tomaría de "tranqui" pues solo tenía previsto caminar 10 km. hasta Carcaboso. Irina por su parte, quería dar una vuelta por un mercadillo medieval que se estaba montando en la plaza intramuros de Galisteo antes de comenzar su camino, todo esto, le costó Dios y ayuda en hacérmelo saber . Mi itinerario aquel día era mucho mas largo, así pues, no esperé mas y salí al camino otra vez solo.
Un manso río, una vereda estrecha, un campo solitario y un pinar, y el viejo puente rústico y sencillo completando tan grata soledad.
-Rosalía de Castro-
Antes de dejar definitivamente Galisteo, quise dar un paseo de calentamiento por dentro de su muralla y con luz diurna. Reitero de nuevo que el pueblo me pareció muy bonito y animo a todo aquel que tenga ocasión, hacer parada en él.
Salí de Galisteo cruzando el puente medieval a las afueras de este,para continuar después por una carretera comarcal que une este punto con la localidad de Carcaboso, no hay pérdida alguna pues se encuentra bien señalizada en dos rotondas y pasando bajo la autovía EX-A1. A continuación se marcha por asfalto y en linea recta cruzando el Valle del Alagón, teniendo siempre el río Jerte a la derecha.
Tras 5 kilómetros aproximadamente se llega a la primera población, Aldehuela del Jerte, lugar este que crucé sin ver gente alguna.
Cinco km. mas por el recto asfalto, alcancé la población de Carcaboso, situado a 12km de distancia y a la izquierda de la ciudad de Plasencia. Anduve un poco por las calles de Carcaboso antes de tomar un camino señalizado y embarrado que me alejaba del pueblo.
Recuerdo que fue en este punto, que escuchaba RNE a través del móvil donde conocí la muerte de Emilio Aragón (Miliki),el payaso de la tele que tan buenos momentos me hizo ( nos hizo) pasar en la infancia. La programación de radio durante todo ese día fue dedicada a este personaje, por lo que se me hizo mas ameno el camino.
A continuación, tras dejar atrás Carcaboso pronto se llega a una zona con yacimientos romanos conocida como San Pedrillo en la misma orilla del río Jerte, aquí tome un bocadillo para reponer fuerzas. Al poco salieron a mi encuentro desde una finca cercana, dos enormes " perrancos", tan grandes como mansos y bobos eran, pero me hicieron compañía.
Era algo mas de las una de la tarde y no había hablado con nadie ese día desde que me despedí de Jon e Irina en el albergue, ni para preguntar siquiera.
Después tras cruzar una verja, marché por un estrecho sendero rodeado de alcornoques, encinas y jaras, salpicado de vez en cuando de lagunas que servían de bebedero para el ganado. El camino era llano y el firme suave y húmedo. De vez en cuando, pasaba junto a alguna "piara" de ovejas y manada de vacas que pastaban en las extensas fincas amuralladas por las que transitaba el camino. Si antes había echado en falta el contacto humano, ahora no, durante las dos horas largas de recorrido por este paraje, disfruté mucho del paisaje, de la paz y sosiego que este ofrecía.
A medio recorrido por este trayecto, al viajero en bicicleta se le ofrece la opción tras cruzar un portón metálico a la izquierda de continuar por carretera asfaltada y poco transitada CV- 84 que procede desde Valdeobispo, tanto esta carretera como el sendero por el que yo transité, vienen a unirse en el mismo punto a la altura de Ventaquemada en la carretera hacia Oliva de Plasencia.
Desde este punto, la ruta natural diseñada y señalizada para esta jornada, continua de frente durante 6Km. mas por Cañada Real hasta el Arco de Cáparra punto y final de la etapa, pero existe un inconveniente, no hay albergue, por eso tomé la decisión de desviarme a la derecha, marchando esos mismos kilómetros y por asfalto ( carretera CCV-12.2) hasta Oliva.
Unos pocos kilómetros antes de acabar, descansé a orillas de la carretera junto al vallado que cierra la laguna del Pozo de las Mozas donde me entretuve en dar trozos de pan a las vacas que se acercaban a la alambrada.
Ya por fin, llegué a Oliva de Plasencia con los pies bastante cargados agravados por estos últimos kilómetros por carretera.
El pueblo muy chiquitito a primera vista me gustó mucho en su mayoría de casas viejas y chiquititas. A la entrada de este se encuentra una gran y antigua mansión señorial. Me resultó placentero hablar con sus gentes aunque solo sea por dar un saludo o preguntar por el albergue.
Al localizarlo, lo encontré cerrado con unos números de teléfono a los que llamar clavados en la puerta, cuando contacté con Mónica, que así se llamaba la hospitalera esta me dijo que tardaría una hora en llegar y que podía esperar el el bar, un vecino que por allí pasaba me acompañó hasta el.
El bar, chiquitito también, al ser domingo por la tarde se encontraba atestado de gente, varias parejas y matrimonios con familiares junto a la barra mientras que las pocas mesas que había estaban ocupadas por ruidosos viejos jugando a las cartas y al dominó rodeados por mas viejos de pie.
Tras todo el día de paz y silencio, aquel bullicio ruidoso en un local tan pequeño resultaba bastante molesto, el dueño del local, hombre muy amable me dijo que podía esperar sin prisas a que llegase la hospitalera y que el me avisaría cuando la viese subir calle arriba, también cené allí aquella noche en un ambiente ya mas tranquilo después de que los viejos acabasen sus partidas.
De vuelta al albergue, apareció Mónica la hospitalera para ponerme al corriente de los sevicios del local, bastante grande y acogedor con tres plantas y un total de 18 ó 20 camas, todas para mi, pues yo era el único inquilino aquel día.
Me selló la credencial y me dejo todo lo necesario para el desayuno del siguiente día.
Por ultimo, antes de despedirnos me facilitó el croquis de una ruta alternativa en la siguiente etapa hasta Cáparra para no volver sobre mis pasos desde donde tomé el desvío en Ventaquemada.
Por todo ello, muy amable Mónica, ¡ Mil gracias !