domingo, 28 de abril de 2013

ETAPA 34: ZAMORA - RIEGO del CAMINO 35,2 KM.



DIFICULTAD: ALTA
TIEMPO: 11 HORAS


                                         Después de un invierno malo, una mala primavera.
                                                                              "Soldadito marinero"-Fito Cabrales-


31/03/2013
Después de una etapa larga e incómoda, esta otra fue nefasta.
Durante toda la noche de mi estancia en el albergue de Zamora estuve oyendo el tamboreo amortiguado por la distancia de los pasos de Semana Santa, al amanecer las procesiones aun recorrían sus calles y el sonido de los tambores  se mezclaba con esporádicas explosiones pirotécnicas. Incapaz de pegar ojo, salté de la litera y me puse a preparar el equipaje, Roland también, luego bajamos a la cocina a desayunar.
Me comentó Roland a duras penas en español que estaba realizando el Camino de Levante que comenzó en Valencia y que  había recorrido otros caminos de Santiago en cada año con anterioridad. En realidad solo mencionaba el año y el camino recorrido; 2013 Camino de Levante, 2012 Vía de la Plata, 2011 Sanabrés,
2010 Camino del Norte, 2009 Camino de Francia...

Acabamos el desayuno y abandonamos el albergue, el emprendió la marcha enseguida, yo deambulé por las calles empinadas y plazas antes de salir de la ciudad. De vez en cuando tropezaba con alguna procesión, por lo que "huía" por otra calle.





















La salida de Zamora se realiza recorriendo la avenida de Galicia en cuesta hacia arriba hasta llegar a una rotonda para continuar por la carretera ZA-900 en dirección a La Hiniesta. Al comienzo de esta carretera y en su arcén derecho, hay enclavada una cruz de piedra , la de el Rey Don Sancho junto a una placa que indica los kilómetros que restan hasta Santiago y la distancia a la que se encuentra Lorca (Murcia )???.













Por el asfalto, solo se camina durante 1 km. aprox, luego hay que tomar un desvío de tierra hacia la derecha y seguir las indicaciones perfectamente señalizadas que conducen hasta un puente que cruza por encima de la autovía E-82 par después seguir recto por el mismo tramo de tierra en ligero descenso. Se llega hasta un cruce de caminos y se vuelve a girar a la derecha buscando la confluencia con la N-630, justo en la misma entrada de Roales del Pan.

 Seguí las señales amarillas que me hicieron recorrer este alargado pueblo por su calle principal, pasando junto a su ayuntamiento e iglesia y la residencia de la 3ª edad como ultimo edificio antes de dejar atrás la población.
 Se abrió después ante mi, un larguísimo camino recto rodeado de infinitos campos verdes casi llanos con ligeras ondulaciones. Marché pues sin preocupaciones por el itinerario, ensimismado en mis reflexiones hasta la siguiente localidad, Montamarta.













Podría haber acabado aquí esta etapa pero 18 kilómetros se me antojaban pocos, además no había albergue pues se encontraba cerrado. Me ofrecieron la posibilidad de alojarme en una habitación de una casa rural pero su precio (20 € ) me pareció un gasto excesivo.
Tomé la opción de continuar hasta Riego del Camino, a la postre, esta jugada me salió mal.
 En condiciones normales, el trayecto para dejar atrás Montamarta y así esta señalizado, es en linea recta frente a la ermita de la Virgen del Castillo pero con la abundancia de lluvias el embalse de Ricobayo había subido de nivel y un entrante de este embalse cubría de aguas el valle que separa el pueblo de la ermita, tuve que dar un rodeo y salvar este entrante por la carretera 630 para retomar el camino en la otra orilla.













  Era mediodía, a espaldas de la ermita esta adosado el cementerio de Montamarta, me pareció un lugar muy "tranquilo" para almorzar.


Acabada la comida, otra vez en marcha. Faltaban 16 km. hasta Riego que se me hicieron interminables, el relieve del camino cambió como se observa en el esquema de arriba en un continuo sube y baja dificultando la travesía.
 Pasé bajo la linea del AVE y poco después el trazado del camino me obligó a cruzar hasta tres veces consecutivas la carretera, una estupidez, pues debería haber seguido por ella desde Montamarta ya que es un trayecto mucho mas corto y hubiese evitado un camino muy encharcado y dificultoso.








 Por una variante antigua de la N-630, paso sobre un entrante del pantano del río Esla, acto seguido vuelvo  a atravesar la carretera para alejarme definitivamente de ella, marchando en su paralelo pero a una cierta distancia.
  En este punto se encuentran las ruinas y castillo de Castrotorafe, a orillas del embalse. Me pareció un lugar precioso, restos de antiguas murallas sobresaliendo entre un extenso y tupído manto verde.













Tras una breve excursión en el interior de estas murallas, continuo el camino durante algo mas de 2 kilómetros hasta llegar a Fontanillas de Castro, aquí se acabaron las fotos.


  Aún restaban unos 3 km. para el final, las nubes se cerraban por momentos y a falta de kilómetro y medio comenzó a llover abundantemente, ni el impermeable me resguardó de tanta agua y para colmo ya en Riego del Camino tardé en localizar el albergue pues no tenía ningún cartel que lo indicase ni nadie por la calle a quien preguntar.
Tuve que ir al final de la calle para pedir la llave del albergue con la que estaba cayendo, la hospitalera me dijo que se encontraban alojados un austriaco y dos alemanes, deduje que se trataba de Roland y así fue.
El albergue era cochambroso, de los peores en los que he estado sino el peor, el máximo servicio que tenía era un minúsculo plato de ducha con agua ligeramente templada, varias literas con colchones desnudos y sucios, sin cocina (el reglamento para estos alojamientos establece que debe disponer al menos de un microondas), paredes agrietadas, un patio donde secar ropa (cuando no llueve) cubierto de altas hierbas, además el albergue carecía de  calefacción.




















Mas despropósitos, no tenía nada para comer, al ser domingo no había tiendas abiertas. Un anuncio en la pared del albergue informaba que en el único bar del pueblo sirven comida hasta las 20:00 horas, en ese momento eran las 20:10, rápidamente vuelvo a salir del refugio y recorro las calles del pueblo hasta dar con el bar. Llovía torrencialmente. Para mas inri, el bar cutre y sucio a semejanza de la señora  mayor que lo regentaba, desagradable, arisca y malhumorada, al preguntarle por la comida miró su reloj y puso un gesto de fastidio, pero me sirvió la cena a regañadientes. Único menú (huevo frito con filete, ensalada y vino) 12 €, muy caro.
En el bar encontré a Roland y los dos alemanes a quienes saludé.
De vuelta al albergue (seguía lloviendo), los tres "guiris" se alojaron en la misma habitación y yo en otra mas alejada para evitar su animada conversacion y continuas risotadas.
-Gutte Nacht.- Les deseé (tal y como me enseñó mi hija Alba), con la esperanza de que bajaran el volumen, pero no dio resultado, habían consumido mucha cerveza y vino en el bar.

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