viernes, 22 de noviembre de 2013

ETAPA 42: TRABADELO - ALTO DO POIO 27,2 KM.




 DIFICULTAD: ELEVADA
TIEMPO: 9 HORAS


                                                      O tren vai andando pasiño a pasiño
                                                      e vaime levando cara o meu destiño.

                                                                          "o tren" Andrés do Barro.

                                         

 En esta jornada alcancé por fín tierras Gallegas, una Comunidad autónoma mas del territorio nacional, la última después de cruzar Andalucía, Extremadura y Castilla - León.
Galicia parece ser, al menos por mi apellido paterno " Gallego ", la tierra de mis ancestros, ya que los llamados " apellidos toponímicos ", son los derivados de los lugares en donde se vivía, procedía o poseía tierras (ejemplo:  Navarro, Aranda, Soriano, León, etc.). Lo que no tengo claro es ¿como yo y el resto de mi familia hemos acabado en Almería, en el otro extremo del mapa?  Por lo que me han contado algunos de mis familiares, creo saber la respuesta a esta pregunta, al menos en parte y sin corroborar para estar seguro al 100%.
La historia a "grosso modo"y para no enrollarme tanto, fue así:
Entre los siglos XIX y XX, se produjo en España una gran emigración de españoles hacia países latinoamericanos y europeos, esta diáspora fue masiva en Galicia donde la gente se trasladaba a estos países a trabajar y en busca de oportunidades. Algunos de estos emigrantes gallegos se quedaron mas cerca, en Andalucía, sobre todo en Málaga y Granada, y mas concretamente en la costa granadína de Motril  donde encontraron trabajo cortando caña de azúcar para la entonces fructífera industria azucarera de esta región.
 Creo que soy descendiente de estos trabajadores gallegos que acabaron por instalarse en Motril ya que un antepasado mas reciente de mi rama paterna provenía de allí y trabajó como otros tantos en la recolección de la caña de azúcar, lo que explica también  el apodo o mote de mi familia paterna " Espaores ", cuyo origen viene de la palabra ESPADA, por la herramienta que se usaba para cortar la caña de azúcar, que era una especie de machete o cuchillo de hoja larga, por tanto, los que utilizaban esta herramienta recibían en nombre de "espadadores", palabra esta que se transformó en "espaores" por la costumbre lingüística en Andalucía de suprimir el fonema D al final de la palabra.
Un viejo "trovo" de mi padre decía así:

                                   En Dalías hay tres famílias, y todos son cazadores
                                 "Los Calíches","Los Largos" y mejor "Los Espaores".
                                                   
 Muchos apodos y apellidos también tienen su origen en los cargos u oficios ejercidos (ejem. Sacristán, Abad, Herrero, Pastor, Zapatero, etc).
¡¡ BLOTAH!!, ¡ Valla parrafá! Bueno, voy a centrarme en el relato de esta etapa.

La salida de Trabadelo desde el albergue se realiza a través de su calle principal que no podía llamarse de otra manera mas original, sino calle Camino de Santiago. Una vez se dejan atras las últimas viviendas, se prosigue 1,5 km., por un camino asfaltado casi en paralelo a la N-VI pero a un nivel del terreno mas elevado. Abajo se oye el rumor de las aguas de un pequeño arroyo, afluente del río Valcarce. Este camino acaba convergiendo con la carretera nacional y de nuevo se vuelve a transitar durante algo mas de 1,5 kilómetros por el carril especifico para peregrinos situado en el arcén izquierdo y protegido por el muro de hormigón.


Portela de Valcarce
Pasé frente un área de servicio y un hotel en cuya cafetería paré a desayunar, al poco rato se unieron a mi mesa los israelíes Thomas y Anna, y minutos mas tarde, los gallegos José y Belén.

Cumplido el avituallamiento, volvimos a la marcha, cada uno a su ritmo. Yo me demoré un poco para realizar unas fotos en la población de Portela de Valcarce a la que se llega enseguida.



Cosechando "papas" en Vega de
Valcarce
 A partir de aquí se continúa por una carretera local teniendo ahora la N-VI a nuestra derecha. Se suceden por esta vía, varias localidades muy cercanas entre sí. Primero Ambasmestas, mas adelante Vega de Valcarce, a algo mas de 2 km. cuesta arriba está Ruitelán  retomando otra vez la N-IV.



Al cabo de 1,5 kilómetros se toma un desvío a la izquierda, esta vez en una bajada pronunciada hacia el fondo de un valle para llegar a Herrerías.

Me gustó muchísimo este pequeño pueblo dividido en dos barrios, sus casas, sus habitantes, la mayoría ancianos con los que me fui encontrando que saludaban siempre con una sonrisa cordial, a pesar de estar acostumbrados o de sufrir el trasiego continuo de peregrinos. Las extensiones de pasto con vacas rubias haciendo uso de ellas y las pequeñas parcelas agrarias a orilla de las casas. Y el río que garantiza el riego a estos pastos y huertas. Aflojé el ritmo de mi marcha, paré para beber agua de una fuente y disfrutar del boníto paisaje.






















Dejando atras este precioso valle, ahora tocaba subir, ¡¡ y que subida !! Primero un tramo muy empinado de asfalto, después hay un desvío a la izquierda de un sendero estrecho para los peregrinos a pie, los que van en bíci han de seguir por asfalto.






El sendero de tierra llanéa e incluso es de bajada durante unos cuantos metros, lo que ofrece al viajero un respiro antes de comenzar un repentino y continuado ascenso que obliga a cambiar el ritmo de la marcha, utilizando un argot automovilistico sería algo así como "poner la reductora y tracción a las cuatro ruedas", acompasando también la respiración. Eso si, el entorno es precioso, con una vegetación tupida y una espesa arboleda donde se alternan castaños, robles y eucaliptos entrelazando sus ramas ofreciéndome un sombraje que mitigaba un poco el esfuerzo del ascenso. En una corta distancia (que se hace larga) de 1,5 kilómetros, se supera un desnivel de 161m.

La Faba
Cubierto este tramo, alcancé la población de La Faba. Yo, como la mayoría de los peregrinos, sentí gran alivio al llegar arriba y poder despojarme de mi carga, descansar y recuperar el "resuello".
Un gran numero de peregrinos, en su mayoría "guiris" ocupaban las sillas de la terraza de un pequeño bar, otros compraban souvenirs en varios puestos ubicados estrategicamente en el paso de los peregrinos. Yo tuve que hacer cola para beber agua y llenar la botella en una fuente publica, pues todos llegamos con la necesidad de hidratarnos.

La Laguna de Castilla
Allí estaban los tres italianos que me hicieron una foto al comienzo del ascenso, se habían recuperado ya del esfuerzo realizado y al verme con la cara desencajada por el cansancio, gesticulaban y reían bromeando al comentarme su experiencia en la subida. A partir de aquí les llamé  "los italianos cachondos".
El ascenso continúa después del respiro tomado en La Faba, pero ahora ahora se hace mas llevadero, 243 metros de desnivel en un recorrido de 2,4 km., que conducen a La Laguna, última población de Castilla- León por esta ruta antes de entrar en tierras gallegas.
 Desde aquí, volví la vista atras subido a un promontorio en el borde del camino, las vistas eran espectaculares, el  color verde en diferentes tonos lo invadía todo desde el fondo del barranco hasta aquí arriba. Una pena, no tener los suficientes conocimientos en fotografía, hubiese sacado mas provecho de aquellos paisajes.








Tras algo mas de 1 kilómetro llegué al limité territorial entre las provincias de León y Lugo, un hito grafiteado por los peregrinos a su paso por aquí, marca este punto.



 La alegría de haber superado una Comunidad territorial mas, vence en parte al cansancio acumulado en esta jornada, mas aún cuando la distancia para llegar a Cebreiro es de apenas 1,4 km. y de un perfil muy cómodo.
 A decir verdad, a mi Cebreiro me decepcionó un poco, es la iglesia prerrománica y siete u ocho edificaciones restauradas, todas para acoger y dar servicio a los peregrinos, son todo bares, restaurantes, albergues privados y tiendas de souvenirs. Quedan algunas muestras de la aldea de pallozas, cabañas también restauradas usadas como reclamo turístico.









Vista general de O Cebreiro.



Albergue de O Cebreiro
El Albergue de la Xunta se encuentra en el otro extremo del pueblo fuera del recinto amurallado, en el sellé la credencial pero sin alojarme, pues mi intención era continuar unos kilómetros mas.


 Una vez cumplimentado este trámite, cerca ya de las dos del mediodía, entré en uno de los bares para comer. Pedí un caldo gallego, me dí este homenaje como premio por haber llegado hasta aquí y por echarle algo caliente y digestivo al cuerpo después de tanto bocadillo.


Liñares
Hora y media duró mi estancia en Cebreiro. Después de comer, dí una vuelta mas por el pueblo.
En un lateral del albergue donde hay unos tendederos donde los peregrinos ponen su ropa a secar, aquí comienza una pista forestal por donde continué mi camino, por esta senda bordeada de vegetación baja anduve unos 3 km., el último tramo de esta en bajada para llegar a contactar con la carretera LU-633 a la altura de la parroquia de Liñares.

Para comprender mejor los asentamientos demográficos en territorio gallego, decir que, los núcleos que cuentan con ayuntamiento, aquí se denominan CONCELLOS. Estos se dividen en poblaciones llamadas PARROQUIAS que a su vez están formadas por varias ALDEAS.

 Por la carretera se transita durante 1 kilómetro escaso después de sobrepasar el pueblo, es un ascenso por asfalto que obliga a ralentizar la marcha, los ciclistas con los que coincidí  rodaban a mi par a tope de sus fuerzas. Es un tramo duro para llegar al Alto do San Roque (1270 m.), en su cima hay instalada una estatua de bronce que representa a un peregrino luchando contra el viento. Numerosos peregrinos, ciclistas deportivos y algún turista, quisimos inmortalizarnos al pie de esta figura.


Sigo adelante 1,5 km., ahora en bajada obviamente por un camino de tierra  pero a muy pocos metros de la carretera a mi izquierda. La próxima población es Hospital da Condesa, unas señalizaciones amarillas sobre el muro que rodea su iglesia de una sola nave, invitan a acceder de nuevo a la carretera pero solo para cruzar y continuar por un camino asfaltado.

  Poco mas adelante, otro desvío esta vez a la izquierda y por un sendero de tierra a lo largo de 2,4 km. para entrar en la pequeña parroquia de Padornelo.
Sin perder el paso, llama mi atención la arquitectura de sus casas, todas en paredes de piedra y tejados de pizarra. También la nula actividad humana, tan solo una viejecita tomando el sol junto a un "garbero" de leña.


Vista de Padornelo desde Alto do Poio
Bastante cansado ya de caminar en esta jornada, tan solo me faltaban unos escasos 500 metros para llegar al Alto do Poio que era el punto que me había fijado como final de etapa. Solo 500m. pero practicamente ¡EN VERTICAL!, ascendí ligeramente encorbado hacia delante tratando de mantener el equilibrio que el peso de la mochila me hacía perder. Este último tramo agotó las pocas fuerzas que me quedaban.
Desde arriba, uno de "los italianos cachondos" me vio llegar coronando el Alto. Como broma, se puso al borde del camino subido a unas piedras y despojándose de su camiseta simulando una bandera a cuadros, la enarboló delante de mi  mientras yo entraba en la meta y el gritaba ¡VALENTINO, VALENTINO! ¡MOLTO GRANDE VALENTINO! Si resuello alguno, no estaba yo para bromas.

 En Alto do Poio solo hay un bar, la vivienda de los propietarios de este bar y un restaurante al otro lado de la carretera. El bar que también ofrece los servicios de albergue privado, cuenta con una ocupación de 16 plazas repartidas en dos habitaciones son mas bien deficientes tirando a malas, la limpieza en los dos únicos aseos deja mucho que desear y en los camastros con colchones (aunque te ofrecen sabanas y funda de almohada desechables), se hace imprescindible el uso del saco de dormir.
Compartí habitación con una pareja de sudafricanos y otra de alemanes, también estaba la "pizpireta" María, una jovencísima brasileña de color, de no mas de veinte años muy parlanchina. Mientras se curaba las heridas y ampollas de sus pies, comentamos la dureza de esta jornada y por lo "bajíni" criticamos el mal estado del albergue. Mas tarde bajamos a cenar al bar en una mesa larga y común junto con mas peregrinos. Agradecí mucho su conversación.
Tras el café vuelta a la habitación, de cabeza a la cama y hasta mañana.



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